EL ESPIRITU SANTO

La religión cristiana es la única que tiene el Espíritu Santo. Mientras piensa sobre esta doctrina del Espíritu Santo, recuerde que Jesucristo es el tema central de toda la Biblia. No conocemos el nombre del Espíritu Santo. Estamos para decir lo que es Él, quién es ÉL y qué hace. El silencio de las Escrituras concerniente a Su nombre personal es significativo. Él oculta Su propio nombre para que el nombre y la obra del Señor Jesucristo puedan ser exaltados. Juan 15:26.

A. Su Persona:

No llames al Espíritu Santo “algo.” Él es una persona real que habita en cada creyente. A veces pensamos que la única persona real es aquella que es visible. En realidad nosotros somos una persona y tenemos personalidad, la cual no es el cuerpo en sí. Este cuerpo humano es solamente el vehículo que Dios nos ha dado para vivir en el planeta Tierra. Tú no eres “algo”: cuando mueras, permanecerá un cuerpo que ponemos en la tumba, pero tú habrás partido. Esa persona real (el espíritu que partió) nunca ha sido visible, así como el Espíritu Santo tampoco es visible.

El Espíritu Santo se revela a la humanidad como una persona.

(1) Él puede ser contristado. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).
(2) Él puede ser tentado. “Y Pedro le dijo: ¿por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?” (Hechos 5:9).
(3) Él puede ser resistido. “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7:51).
(4) Él puede ser blasfemado. “Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (Marcos 3:29-30).
(5) A Él se le puede mentir. “Ananías, por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?” (Hechos 5:3).

El Espíritu Santo también es llamado “Dios” en varios lugares en la Biblia. Él tiene atributos divinos como se nos revela en los siguientes pasajes de la Escritura.

(1) Omnipotencia – Lucas 1:35. En el nacimiento de Cristo, Él fue el protector de María y Jesús. El es nuestro protector también.
(2) Omnisciencia – I Corintios 2:10. En nuestra vida, Él sabe todo acerca de todo.
(3) Omnipresencia – Salmo 139:7-17. En nuestra vida, “El nunca te dejará ni desamparará.” Él está siempre presente.
(4) Eterno Espíritu – Hebreos 9:14. En nuestra vida desde el Nuevo nacimiento hasta el Cielo, Él está activo ayudándonos a “servir al Dios Vivo.”

El Espíritu Santo es también identificado en la Biblia por diversos símbolos y ejemplos, los cuales son cuadros de su Divina obra.

(1) Paloma – Juan 1:32. La paloma es un símbolo de amor y tristeza mientras Él ministraba a Jesús.
(2) Agua – Isaías 44:3; Juan 7:38-39. Una vez que tú eres salvo sólo el Espíritu Santo puede calmar tu sed espiritual.
(3) Aceite – I Samuel 16:13. El oído de un sacerdote era ungido primero de manera que pudiese oír a Dios. Frecuentemente un pulgar del sacerdote era ungido para que pudiera servir a Dios. Esa es la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
(4) Viento – Juan 3:6-8. En quietud y de manera imperceptible el Espíritu Santo se mueve e interviene tanto en la salvación como en nuestras vidas diarias.
(5) Fuego – Hechos 2:3-4. El fuego es un símbolo de purificación, prueba o juicio. Esto es una obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
(6) Vestiduras – Jueces 6:34. Versión amplificada. El Espíritu de Jehová vistió a Gedeón. Vestiduras nos hablan de protección. Él también es nuestro protector.

B. Su Propósito:

Él está activo en muchas áreas a través de las Escrituras. Aquí tenemos un listado de las muchas cosas en las que está involucrado.

(1) Él habla. “Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo, apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” (Hechos 13:2)
(2) Él intercede. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Romanos 8:26)
(3) Él testifica. “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26)
(4) Él pastorea. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre.” (Hechos 20:28).
(5) Él guía. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad.” (Juan 16:13)
(6) Él enseña. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26)
(7) Él creó. “En el principio…y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” (Génesis 1:1-2)
(8) Él regenera en la salvación. “Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije, os es necesario nacer de nuevo…así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:3, 5-8)
(9) Él resucitó a Cristo de los muertos. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Romanos 8:11).
(10) Él participa en la completa salvación. “Ya estáis lavados…ya estáis santificados…ya estáis justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.” (I Corintios 6:11)
(11) Él nos sella en salvación. “Y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” (Efesios 1:13)
(12) Él guía a los creyentes. “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.” (Romanos 8:14; Gálatas 5:18)

Mientras caminamos a través de la vida cristiana, debemos tomar conciencia del hecho de que es la persona del Espíritu Santo quien nos ministra cada día. La Biblia nos dice que estamos llenados o controlados por el Espíritu de Dios. Él no puede obrar en nuestras vidas si vivimos en pecado. Tú puedes pecar en pensamientos o en hechos, pero entonces apagas el Espíritu Santo. Debes poner en práctica I Juan 1:9 inmediatamente, de manera de no perder tu comunión con Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Así es como debemos estar en comunión con él. El peligro más grande que un cristiano enfrenta en este mundo no es caer en bancarrota, ni enfermedades, ni soledad, ni ofensas verbales, ni persecución, ni cualquier otra cosa, sino encubrir pecado en su vida. El pecado es lo que quiebra nuestra comunión con Dios, apaga al Espíritu Santo y habilita al diablo para desviar nuestra senda a un camino de dolor, sin la bendición de Dios. Gálatas 5:19-21 nos da una lista de cosas contra las cuales debemos ser muy sensibles. Debemos darnos cuenta claramente que Satanás es el enemigo de nuestras almas. Esta es la batalla cotidiana que debemos pelear (Efesios 6:11-18). La victoria viene “cuando caminamos en la luz así como Él (Dios) es luz, y, tenemos comunión unos con otros (Dios y tú) y la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpia de todo pecado (I Juan 1:7). Manteniendo cuentas cortas con Dios a cada hora del día nos mantenemos en comunión con el Padre. La confesión instantánea de nuestros pecados es nuestra única defensa contra el enemigo de nuestras almas. Lee varias veces y memoriza el capítulo 1 de la primera carta de Juan. Es el secreto de un andar victorioso en la vida cristiana.

C. Su Práctica:

Cada cristiano puede producir dos clases de frutos en su vida, pero sólo una clase será evidente en su tiempo. Recuerda, como un cristiano, tú puedes producir uno de estos frutos, dependiendo de tus deseos. Puede ser el fruto de la carne o el fruto del Espíritu. El fruto dependerá de quien tenga el control de tu vida. “Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne” (Gálatas 5:16-17). A diario tú estás llevando fruto mientras vives en este mundo, pero ¿qué fruto es? La presión del mundo te empuja a cumplir los deseos de la carne. La tentación se presenta en comerciales, medios de comunicación, revistas y mil lugares más. Satanás es el dios de este mundo (I Juan 5:19). Nuevamente, estas obras de la carne están detalladas en Gálatas 5:19-21. La persona que no es cristiana no tiene otra opción, sino sólo producir el fruto de la carne. Desde una perspectiva humana, él puede hacer buenas obras y aún obras religiosas y sociales que el mundo aplaude, de todas maneras, desde la perspectiva de Dios ellas no tienen mérito eterno.

La obra del Espíritu Santo es producir el fruto del Espíritu en tu vida. Sólo la persona que es cristiano nacido de nuevo puede tener este fruto. Observa que está en singular en las Escrituras. Tu no puedes seleccionar tu fruto: es Su fruto, así que Él produce todo o nada en tu vida dependiendo de tu relación espiritual con Dios. Cuando el pecado entra, el fruto cambia del fruto del Espíritu al fruto de la carne. El deseo de cada cristiano debe ser llegar a ver el correcto fruto en su vida. El Espíritu Santo obra en nuestras vidas y produce Su fruto cuando nos sometemos a Su control. Si Él no es Señor de todo, Él no es Señor de nada (Gálatas 5:22-24).

Nosotros no trabajamos para obtener una posición de victoria para estar en condiciones de producir el fruto del Espíritu. Nosotros trabajamos desde una posición que ya poseemos en Cristo. Habrá una batalla cada día de tu vida para producir este fruto, pero aquí está nuestra victoria: “los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24). Debemos darnos cuenta que nuestra victoria no es de nosotros mismos sino de Cristo. La crucifixión de la carne no es por lo que hacemos, sino por quién vive en nosotros y en quién nosotros vivimos. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Mientras nos sometamos al control del Espíritu Santo, podremos tener victoria a diario. Tú puedes contristar el Espíritu Santo pero Él nunca te dejará porque “has sido sellado para el día de la redención” (Efesios 4:30). Su morada en ti es permanente hasta que arribemos a las puertas del Cielo.

D. Sus Provisiones:

Como cristiano, te has preguntado a ti mismo alguna vez: “¿Qué puedo hacer?” Si te hubiera regalado un nuevo automóvil, ¿qué esperaría que hicieras con él? ¿Esperaría que sólo lo miraras, lo pusieras en una habitación para mostrarlo y que la gente lo viera, hablara sobre él, le contara sus amigos de él, lo fotografiara, o esperaría que te subieras y lo condujeras? Obviamente, el propósito del automóvil es utilizarlo. Puedes conducirlo con el propósito de trabajar o de dar un paseo con tus amigos. Dios te ha dado el don de la vida eterna, la morada del Espíritu Santo y dones espirituales para que los uses para Él. “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (I Corintios 12:4-7).

Los próximos versículos en este capítulo y en otros capítulos de la Escritura nos dan una lista de dones que el Espíritu Santo da a los creyentes. Sabemos que cada creyente tiene al menos un don para ser usado para el Señor (Romanos 12:4-8). Ahora bien, ¿qué piensas que el Señor espera que nosotros hagamos con esos dones que Él nos dio? Mientras te mueves por este mundo y a través de las Escrituras no estás para mirar los dones de otra persona y llenarte de celos. Debes darte cuenta que el don del Espíritu Santo es único para ti como un hijo especial. “Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso” (I Corintios 12:18). Te debes preguntar: “¿Cual es mi don?” Nosotros no lo sabemos. Pregúntale a Él. Descubre tu don y ponte a trabajar.

Hay algunos dones que ya no están disponibles para los creyentes hoy en día. Déjame recordarte que el libro de los Hechos fue un período de transición para el comienzo de la iglesia. Hechos es un libro transicional, por lo tanto, no debemos edificar doctrina sobre este libro sin que el resto del Nuevo Testamento la confirme. A causa de que los creyentes no tenían el Nuevo Testamento, Dios demostró Su poder y aprobación por milagros, revelaciones y hablando en lenguas (idiomas) en Pentecostés. De este modo fueron rápidamente esparcidas las noticias de una nueva dispensación del Salvador que había venido a redimir la humanidad. Lo que fue un milagro en Pentecostés no se repetiría. Hubo solamente un Pentecostés como también un solo Calvario, una resurrección corporal y una sola ascensión. En el día de Pentecostés, gente de todo el mundo conocido escuchó el evangelio en su propio idioma, de modo que pudieron retornar a sus lugares de origen y hablarles a su gente de que el Salvador del mundo había resucitado de entre los muertos (Hechos 2:4, 22-24). Hoy, el don de lenguas no está activo. Tenemos la Biblia en la mayoría de los idiomas del mundo. Necesitamos cumplir la comisión que nos dejó el Señor en nuestro propio lenguaje: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)

El don de conocimiento tampoco está vigente hoy, porque tenemos la completa revelación de Dios en la forma escrita del Nuevo Testamento. El don de profecía ha cesado por la misma razón. Fueron para aquel tiempo especial cuando el Nuevo Testamento no estaba disponible en forma escrita como lo tenemos hoy. Dios se comunicó con su pueblo a través del Antiguo Testamento, y de maneras directas hasta que el Nuevo Testamento estuvo completo. Como I Corintios 13:10 dice en referencia a la formación del Nuevo Testamento: “cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” Esto es confirmado en Santiago 1:25 “mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad,” la cual es el Nuevo Testamento. La Palabra de Dios, ahora en forma escrita, elimina la necesidad de los dones antes citados. De hecho, tener alguna nueva revelación o profecía o agregar a la Palabra de Dios acarreará juicio, como nos dice Apocalipsis 22:18-19. “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.”

E. El Sello del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo mismo es el Sello:

(1) Es un sello de pertenencia. II Timoteo 2:19.
(2) Es un sello de identificación. Efesios 1:13-14.
(3) Es un sello de seguridad. Efesios 1:13-14.
(4) Es un sello de una transacción económica consumada. Un sello confirmaba una transacción legal. Jeremías 32:10.
(5) Es un sello de justicia. Romanos 4:11.
(6) Es un sello de impresión. Este sello dejaba siempre su impresión en cera. Cuando nosotros somos sellados con el Espíritu Santo, Su impresión es sobre nosotros mismos (II Corintios 3:2-3). Este es el sello de “arras.” El dinero de arras (adelanto o garantía) en una compra, aseguraba el pago final a la fecha establecida.
La presencia del Espíritu Santo es la garantía del pago de Dios. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30). Su morada en ti es permanente hasta que arribemos al cielo.

F. El Bautismo del Espíritu Santo.

La palabra bautismo significa “sumergir, colocar dentro de, o identificarse con”. El bautismo del Espíritu Santo es la operación por la cual el Espíritu Santo nos coloca dentro del cuerpo de Cristo cuando llegamos a ser salvos. El cuerpo de Cristo es sinónimo de la iglesia, la cual incluye a todos los creyentes nacidos de nuevo. “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (I Corintios 12:13). Esta fue la promesa de Pentecostés y el principio de la iglesia.

El bautismo del Espíritu Santo no es una dotación de poder ni una experiencia, sino más bien un acto del Espíritu Santo mismo, como el agente que te coloca en el cuerpo de Cristo. Hechos 1:5, “seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” Esto habla de Pentecostés, el comienzo de la iglesia, que pronto llegaría. Antes de Pentecostés el Espíritu Santo venía sobre las personas, Él estaba “con vosotros,” pero después de Pentecostés, Él estaría siempre “en vosotros”. Él hace residencia permanente en todos los que son salvos. En todo lugar donde las palabras “bautismo del Espíritu” son usadas, siempre se aplican colectivamente a un grupo y nunca a un individuo. Cuando vemos en las Escrituras el “Bautismo del Espíritu y de fuego,” tenemos un cuadro contrastante de salvación y juicio. Tú tienes uno o el otro, dependiendo de tu relación con Jesucristo. Ver Mateo 3:11-12; Lucas 3:16-17.

Algunos podrían afirmar tener una experiencia de “Bautismo del Espíritu” y hablar en lenguas. Algunos podrían afirmar haber recibido poder para sanar, hacer milagros y echar fuera demonios, pero estos son falsos profetas y falsos maestros. Por favor leer II Pedro capítulo 2. Ellos están interpretando la Biblia por su propia experiencia en vez de interpretar la experiencia por la Biblia. El diablo puede falsificar supuestas experiencias milagrosas que no son de Dios. Hay un Espíritu de Verdad y hay un espíritu de error (I Juan 4:1-6).

La llave para el uso de los dones del Espíritu Santo por los creyentes hoy debe estar motivada por un camino más excelente. I Corintios 13:2, “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy”. El amor es la fuerza impulsora que debe motivarnos a ejercer nuestros dones como cristianos. Debemos someter todo al Señor Jesucristo para estar dispuesto a todo tiempo, para todo lugar, para toda obra, para todo testimonio a que nos llame el Maestro. Mucho más podríamos compartir sobre la persona y la obra del Espíritu Santo, y mientras maduramos en Cristo, entenderemos más de Su presencia y obra en nuestras vidas.