LA SALVACIÓN

Vamos a observar algunas cosas en conexión a la Salvación. La necesidad de la Salvación es claramente enseñada en la Biblia. Dios espiritualmente ve al mundo como dos familias. Una familia consiste en los hijos del diablo. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él” (Juan 8:44). La otra familia consiste en los hijos de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, le dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Tú estás, en este mismo momento, en una familia o en la otra. Si murieses hoy, la familia en la que estás determina tu eterno destino. Ahora mismo, ¿estás en la familia de Dios o en la familia del diablo? Esta es una pregunta que sólo tú puedes responder.

Aquí está la clave. La razón por la cual Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo fue para morir por los pecados y derrotar a Satanás, de manera que pueda abrir un camino para que pudiésemos “nacer de nuevo”. “El que no naciere de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Juan 3:3). Este Nuevo nacimiento espiritual nos coloca en la familia de Dios. Esto es toda la Salvación.

ONCE COSAS QUE NO SON SALVACION NI NUEVO NACIMIENTO.

1. No es engendramiento natural o descendencia – «no por sangre.» Pese a que alguien pudo haber nacido en un hogar cristiano y de padres cristianos, eso no lo hace cristiano.
2. No por determinación personal – «voluntad de la carne.» Como un hijo no puede por sí mismo nacer físicamente, así nadie puede producir el nuevo nacimiento por sus propios esfuerzos.
3. No por mediación humana – «no por voluntad de hombre, sino de Dios.» Ningún ser humano, sea sacerdote, profeta, predicador, obispo o cualquier otro líder espiritual, cualquiera sea su eminente posición eclesiástica, puede impartir el nuevo nacimiento o vida espiritual a alguien. Todos los ritos, rituales, ceremonias, sacrificios, penitencias, confesiones u oraciones reiterativas de ninguna de todas las religiones organizadas puede jamás producir el nuevo nacimiento.
4. No es un cambio físico. Cristo corrigió el malentendido de Nicodemo respecto a esto y le mostró que era un cambio espiritual (Juan 3:6).
5. No es un cambio social y geográfico. La persona nacida de nuevo no es repentinamente trasladada al cielo, sino que continúa viviendo en la tierra para complacer a su Señor y Salvador (I Corintios 7:20-24; Colosenses 3:22-24).
6. No una apreciación intelectual de lo que es. Una persona puede estar religiosamente educada, ordenada para el ministerio y llegar a ser un predicador sin haber nacido de nuevo. Hay muchos casos así. Teóricamente ellos deben conocer su necesidad, y aún así no conocen nada de eso por su experiencia (II Pedro 2:1, 20-21).
7. No es un proceso evolutivo. No es un desarrollo gradual de algo que germina en su interior. Efesios 2:1-2 describe a los pecadores como seres espiritualmente muertos. No es un proceso. El nacimiento trae vida instantáneamente. ¡La vida no puede desarrollarse mientras el nacimiento no existe!
8. No es una reforma o un automejoramiento por el cual malos hábitos externos son reformados. No es un cambio en la manera de vivir o hábitos de la persona. Efesios 2:8-9, se imparte una nueva vida. “Y yo les doy vida eterna” (Juan 10:28).
9. No de aguas de bautismo. Todas las aguas de los océanos no pueden salvar ni limpiar una persona. No hay fe salvadora en agua, sin importar lo que los hombres puedan decirnos.
El bautismo es una ordenanza para mostrar la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo y nada más. Cuando somos bautizados, damos testimonio público de lo que Dios ya ha hecho en nuestras vidas. I Pedro 3:21b. No somos salvados por agua sino por la sangre de Jesucristo que fue derramada en la cruz.
10. No es una confirmación. Algunas iglesias administran ciertos rituales que hacen a sus participantes, generalmente adolescentes de 12-13 años de edad, como salvos. Algunas veces es una unción con aceite, la cual supuestamente significa el recibimiento del Espíritu Santo. Esto es falsa doctrina. Nadie puede recibir el Espíritu Santo mediante el acto de un hombre, sino por el recibimiento de Jesucristo como Salvador personal (Juan 3:6).
11. No es una creencia religiosa o la membresía a una iglesia. Es posible ser sincero en sus propias convicciones religiosas, ser bautizado, confirmado, unido a una iglesia, tomar comunión, enseñar en una clase de escuela dominical, ocupar un oficio en la iglesia, ser un predicador o sacerdote o hacer supuestos milagros o sanidades, o profetizar, sin ser nacido de nuevo (Mateo 7:22-23). La necesidad del nuevo nacimiento fue revelada a uno de los más religiosos, sincero y moral hombre de sus días (Juan 3:1-16).

El nuevo nacimiento es una transformación espiritual, Juan 3:8, y sólo puede ser brindada por Dios. Juan 1:13.

SIETE COSAS QUE LA SALVACIÓN ES

I. SU DEFINICIÓN

La palabra Salvación simplemente significa liberación. Es comúnmente usada para describir el acto por el cual una persona es librada de un peligro que le amenaza. Hablamos de una persona siendo «salva» de ahogarse, o de un edificio en llamas o de un barco hundiéndose. En cada caso, tres cosas son dadas por entendidas: (1) La persona a ser salvada estaba en peligro de muerte. (2) Alguien vio su peligro y fue a su rescate. (3) El rescatador tuvo éxito en su misión y salvó la persona de su peligrosa situación. Las palabras: «salvar,» «salvado,» «Salvador,» y “salvación” aparecen muchas veces en la Biblia y tienen exactamente el mismo significado en un sentido espiritual.

II. SU NECESIDAD

La Salvación ofrecida por Dios es necesaria por dos hechos, los cuales cada persona debe enfrentar:

A. El hecho del pecado del hombre. Romanos 3:23.

Ya hemos discutido en nuestras lecciones previas la condición espiritual del hombre. Por naturaleza, todo ser humano es hijo del diablo. Ya hemos apuntado que todo ser humano llega a este mundo con una naturaleza pecaminosa que le constituye un pecador por nacimiento. Esta naturaleza pecaminosa, al tiempo, es evidenciada por pensamientos pecaminosos, palabras, hechos y una actitud de enemistad hacia Dios. La Biblia hace esto abundantemente claro. Leer Romanos 5:12, 18, 19; 6:16; 8:5-8; Génesis 6:5; Efesios 2:1-3; II Corintios 4:3-4; Isaías 53:6; Jeremías 17:9; Marcos 7:20-23; Romanos 1:21-32; 3:19-23. Será evidente a todos en estas Escrituras que el hombre es:

(1) Un pecador, necesitado de perdón.
(2) Un perdido, necesitando ser hallado.
(3) Un hijo de Satanás que debe ser movido a una nueva relación con Dios.
(4) Un culpable, necesitando el perdón que sólo Dios puede darle.
(5) Un muerto espiritual, necesitando vida que sólo Dios puede impartir.
(6) Un ciego, necesitando iluminación que sólo puede provenir de la Palabra de Dios.
(7) Un esclavo, necesitando liberación de Satanás y del pecado que sólo Dios puede lograr.
El hombre está por lo tanto completamente imposibilitado de salvarse a sí mismo.

B. El hecho de la justicia de Dios.

Dios es santo y debe juzgar el pecado. Él «de ningún modo tendrá por inocente al malvado» (Éxodo 34:6-7). Él ha revelado Su odio al pecado y Su sentencia contra todo aquel que muere en sus pecados: el destierro eterno de Su presencia. Leer Juan 8:21-24; Marcos 9:43-48; Lucas 16:22-31; Judas 11-13; Apocalipsis 20:11-15. La conclusión obvia es: puesto que el hombre es un pecador y Dios es Justo, los pecadores necesitan ser librados o salvados de la penalidad de sus pecados. Su clamor debe ser: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» La respuesta es: “Cree (coloca tu confianza) en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:30-31). Ningún hombre puede salvarse a sí mismo.

III. SU PROVISIÓN

El Evangelio es la buena noticia de que Dios en su infinita gracia ha provisto abundantemente su salvación a través de la persona y obra de su amado Hijo.
Dos cosas son claramente enseñadas:

A. Cristo vino para ser el Salvador de los pecadores.

“Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). El Hijo de Dios, igual y eterno con el Padre y el Espíritu Santo, llegó a encarnarse a fin de proveer salvación. Juan 3:16-17; Marcos 10:45; Mateo 9:12-13; Juan 10:11; 15-18.

B. A través de la muerte y resurrección de Cristo, esta salvación ha sido provista, a satisfacción completa de Dios.

Así como Cristo voluntariamente colgó de la cruz, Él asumió la completa carga de nuestras culpas y pecados, cargó nuestros pecados en su propio cuerpo, y murió como sacrificio sustituto en lugar de todos los pecadores. Todo el juicio de Dios contra el pecado cayó sobre Él, y todas las demandas de la justicia de Dios contra el pecador fueron plenamente satisfechas por la muerte de Cristo en nuestro lugar. Dios indicó Su completa aceptación de este sacrificio de Cristo resucitándolo de los muertos y sentándolo a su diestra. Leer I Corintios 15:1-4; II Corintios 5:21; I Pedro 2:24; Isaías 53:5; Romanos 5:6-9; Hechos 4:10-12; 5:31; 17:31.

IV. SU CONDICIÓN

Puesto que Cristo ha cumplido, por el sacrificio de sí mismo, toda la obra requerida para la salvación del pecador, ¿qué debe hacer el pecador a fin de experimentar esta salvación?

A. Debe arrepentirse.

Arrepentimiento consiste simplemente en un cambio de mente, que resulta en un cambio de actitud hacia el pecado, el ego, el Salvador y la salvación, que se evidencia por un cambio de acción. Leer Lucas 13:3; Hechos 17:31; 20:21. La convicción de pecado dará lugar a un fuerte deseo por la salvación; el orgullo pasará a la humildad; la auto-satisfacción se convertirá en una franca confesión de incapacidad, desesperanza y reconocimiento de una condición merecedora del infierno.

B. Debe creer el Evangelio, el testimonio de Dios concerniente a la Persona y obra de Cristo. I Juan 5:9-10.

Como perdido y culpable pecador debe creer que Cristo murió por él, individualmente; que Cristo cargó sus pecados, tomó su lugar y, por Su muerte, cumplimentó toda la obra necesaria para su salvación (Romanos 4:5).

C. Debe aceptar al Señor Jesucristo, por un acto definitivo de su voluntad, como su Salvador personal, y de ahí en adelante como supremo Señor de su
vida. Juan 1:12; Romanos 10:9-10; Juan 3:16; 5: 24; 6:47; Efesios 1:13.

Este es el acto crucial. Expresa con todo tu corazón: «Señor Jesucristo, admito que soy culpable, un pecador perdido. Creo que Tú cargaste mis pecados sobre la cruz del Calvario y moriste en mi lugar. Ahora te pido venir a mi corazón y salvarme. Confío en la obra terminada en la cruz y te recibo como mi propio Salvador, de aquí en más quiero que seas el Señor y Maestro de mi vida.» Esto es lo que significa «creer en el Señor Jesucristo.» Hechos 16: 31. Si tú nunca has hecho esto, ¿por qué no tomas ahora este paso de fe y le pides que te salve?

V. SU SEGURIDAD

¿Cómo puede alguien saber, con certidumbre, que es salvo? Respondemos sin ninguna vacilación: por la Palabra de Dios. Dios declara plenamente y en blanco y negro, que cada alma que confía en Su Hijo es perdonada, salvada y poseedora de vida eterna y seguridad por siempre. Leer Hechos 13:38; I Juan 2:12; Efesios 2:8; I Corintios 6:11; I Juan 5:13; Romanos 5:1; 8:1; Juan 10:27-30.

También habrá evidencia tal como: una nueva paz interior, deseo de conocer la Biblia, deseo de orar y de separarse de un estilo de vida pecaminoso. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (II Corintios 5:17).

VI. SU ALCANCE

La Salvación incluye tres aspectos: pasado, presente y futuro.

A. Pasado – La Salvación de la penalidad del pecado o consecuencias.

Puesto que Cristo ha asumido la completa penalidad, la cual merecían nuestros pecados, el creyente es librado de sus consecuencias. Juan 5:24; Romanos 8:1.

B. Presente – La Salvación del poder del pecado o control.

A causa de la presencia moradora del Espíritu Santo que imparte la naturaleza divina, el creyente está en condiciones de disfrutar libertad del dominio del pecado en su vida (I Corintios 6:19; II Pedro 1:3-4; Romanos 6:1-14). Esto no significa que el creyente es ahora incapaz de pecar; lejos de ello, pues todavía posee naturaleza malvada llamada «la carne.» En la medida que disponga para sí mismo de los medios que Dios le ha provisto, el pecado no será un factor dominante en su vida. Esta presente victoria dependerá de:

(1) La lectura, el estudio y la obediencia a la Palabra de Dios. II Timoteo 2:15.
(2) Mantenerse constantemente en contacto con Dios por la oración. Hebreos 4:14-16.
(3) La entrega de su propio cuerpo a Dios para tener una vida recta y útil. Romanos 6:13; 12:1-2.
(4) La puntual confesión a Dios y el abandono de todo pecado conocido.
I Juan 1:8-9; Tito 2:11-15.

C. Futuro – Salvación de la presencia del pecado.

Esto será realidad en la venida de Cristo, cuando Él resucite los muertos y los transforme, de manera que ellos puedan tener cuerpos inmunes al pecado, al deterioro y a la muerte. Este es el aspecto final de la salvación que esperamos. Hebreos 9:28; I Tesalonicenses 4:13-18.

VII. SUS RESULTADOS

Son numerosos. Efesios 1:3-14. Seleccionaremos algunos.

A. Paz con Dios. Romanos 5:1.
B. Aceptación delante de Dios en Cristo. Efesios 1:6.
C. Gozo en Dios como hijos suyos, integración a una nueva familia. Romanos 5:10-11; 8:14-17, Gálatas 3:26-4:7.
D. Vida para Dios. II Corintios 5:14-15; Gálatas 2:20; I Pedro 4:2-5.
E. Servicio a Dios en la manera de buenas obras y testimonio de Él.
Efesios 2:10; Mateo 5:16; Marcos 16:15-16.
F. Adoración, alabanza y oración a Dios. Juan 4:23-24; Hebreos 10:19-
22; Hebreos 13:15; 4:14-16.
G. Un eterno hogar en el cielo con Dios. Juan 14:1-3; Apocalipsis 22:1-5.
¡Confiamos que tú no descansarás hasta conocer, en la autoridad de la Palabra de Dios, que eres eternalmente salvo!