Orlando Rosario
Soy el tercero de seis hermanos y originario de República Dominicana. En 1982, con 17 años, me trasladé a Brooklyn, NY, para vivir con mis padres. Éramos una familia que, al igual que muchas, trataba de agradar al Señor mediante las tradiciones.
En la secundaria conocí a una chica que me invitó a una iglesia, donde por primera vez entendí acerca de mi condición de pecador, las consecuencias del pecado, el por qué Cristo vino a la tierra y cuál es el destino del que se rehúsa a creer en él.
En enero de 1985 empecé a asistir a una buena iglesia gracias a una joven que conocí cuando terminaba la secundaria. En ese tiempo mis prioridades estaban fundadas en las cosas materiales, los deseos de la carne y de la sociedad en la que vivía.
A medida que escuchaba la Palabra del Señor, esta obraba en mi vida. En marzo de 1985 se realizó un retiro de jóvenes en el estado de Pennsylvania. El 30 de marzo el Señor tocó mi corazón; pude entender que era pecador y que si no recibía a Cristo como mi salvador, estaba perdido.
La semana siguiente traté de volver a mi rutina diaria, pero me di cuenta que algo había sucedido en mi vida y ya no encontraba satisfacción en las prácticas antiguas. El siguiente domingo hice mi confesión pública de recibir a Cristo como el Señor de mi vida. En esta congregación serví como maestro de la Escuela Dominical y luego como Director de la Escuela Dominical.
En julio de 1988 contraje matrimonio con una joven de aquella familia que me introdujo al Señor. Junto a Evelyn, el Señor me ha dado cuatro hijos: Kamelis, la mayor; Orlando Jr., Daniel y Moisés.
Cada día sentía más deseo de pasar tiempo en las cosas de Dios. En el verano de 1997, el hermano Gabriel Guzmán, quien también servía a Dios en BBN, me llamó y me dijo que BBN español estaba buscando un locutor. Estuvimos de acuerdo en orar para buscar la dirección del Señor. Teniendo la paz de Dios en cuanto a esa decisión, el 21 de marzo nos trasladamos a Carolina del Norte para formar parte del equipo de comunicadores de BBN. Para mí es un sueño hecho realidad el tener la oportunidad de servir al Señor y compartir el mensaje de la Palabra con nuestros oyentes. ¡Qué más puedo pedir! Mi petición al Señor es que me ayude a mostrar fidelidad en cada oportunidad que él me concede para servirle en este gran ministerio. Muchas gracias por sus oraciones a favor de la familia Rosario.